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(Barcelona)
Aunque hoy día uno puede aplazar la juventud tanto como quiera, los 30s, con prórroga juvenil incluída, pueden llegar a marcar un antes y un después.
Sol, Mediterráneo y primavera enmarcaban estos pensamientos. Cargado de ilusión y de grandes maletotas los pasos pesados y torpes me llevaron a descansar en aquella placita, plagada de gente, donde algunas preguntas se mezclaron con las que allí de por sí había.
– ¿Estás seguro que es para allá? -preguntaría Rodrigo de Triana con su cargante acento sevillano.
– Sí, sí. Hazme caso. Estoy casi seguro que por allí se llega a las Indias.
Tan desubicado andaba el almirante Colón como la estatua que lo recuerda señalando a quién sabe dónde, quién sabe qué. Algo que no le quita ser retratado por diarias hordas de turistas disfrutando de ese «estado de bienestar» aún constatable por el grado de accesorios tecnológicos que acarrea cada sujeto.
Barcelona es una ciudad bonita. Gracias a sus ordenanzas de civismo nadie puede hacer el «animal» por las calles, salvo si eres un borrego o borrega. El borreguismo está más que bien visto no sólo en Barcelona sino en toda España. Si es que por seguir, se sigue esperando la nueva reforma laboral sin precedentes mientras las hordas de turistas de la prontamente extinta clase media retratan al almirante e ignoran dónde señala, qué señala y el que de esas tierras «descubiertas» 500 años antes desembarque en Europa un organismo nada desubicado y mucho más codicioso, si cabe, que los conquistadores españoles.
El Fondo Monetario Internacional aconseja al gobierno español como afrontar la crisis (a Grecia ya le hizo su primer préstamo). 100 años de historia y éxitos le preceden.
Por se optimistas creamos que estas hordas de retratistas aún no llegaron al antes o después de los 30s, quizás aún no pisaron esas Islas Afortunadas habladas por García Márquez, Hesse o el maestro Pedro. Esa hermosa meta simbólica que enmarca el momento de reflexión que toda vida anhela. La conciencia de que todo esto tenga un por qué, y encontrando el nuestro decidir el rumbo.
Por ser realistas, en esta Barcelona desubicada y cívica hay gente que se pregunta y camina. Recapacita y actúa en un mundo de borregos/as, almirantes, fondos y bancos bienintencionados. Y tapa la calle, la Gran Vía, sin saber muy bien el por qué o el cómo pero haciéndolo. Una desubicación que a diferencia del resto traiga nuevos descubrimientos.
Por mi parte: de 30s, de Islas Afortunadas y ubicaciones sólo me quedó el acento canario y el dulzor de un barraquito inesperado que me traía del paladar a la mente a Hesse, Márquez y González en esta cívica tierra tan bonita preguntándome sin preguntar.
– ¿Estás seguro que es para allá?
– Compañeros si yo supiera…
Sin saber que más añadir a tan importante pregunta retomé los pasos, la ilusión y las maletotas pesadas y conocidas para adentrarme en el Carrer Ample.
Quizás no haga falta contestar nada mientras sigamos caminando
En el marco de la Gran Fiesta de Alotepec (Naap´okmëtë Mëj Xëëw) un grupo de comunicadores mixes (Ayuuk) decidió hacer una transmisión especial de Radio como una forma de sembrar un proyecto de comunicación comunitaria. La experiencia llevó como nombre Radio Mëj Xëëw y transmitió por la 102.7 de FM e Internet, del 30 de abril al 5 de mayo de 2010.
Acteal, 10 años de impunidad y ¿cuántos más? en su versión en inglés
Acteal; Ten years of impunity from Koman Ilel on Vimeo.
Mucho elote en Alote
En Alotepec, el cerro de las Guacamayas, los castillos arden. Sí, pero con los reyes dentro.
(Madrid)
– Confía, confía, confía…
Respiré profundamente. El vaivén del metro, el último encuentro con ella.
– Confía, confía, confía… – me repito
No importaba nada que faltaran diez minutos para que mi autobús se fuera, ni que el metro fuera, aún, por aquella parada en la que horas antes ella había decidido bajar, sola, sin más despedidas. No importaba nada, ni las inmensas maletas arrastradas por aquellos interminables pasillos que me llevaban de una línea a otra, ni el tiempo escurriéndose entre las vías, mis ojos, las rendijas de las escaleras mecánicas, juntos a los anuncios de bikinis de la nueva temporada, lejos de tu sueño, en el seco abrazo de la certeza que nunca podrá ser el mío.
– Confía, confía, confía…
Aunque tras la alocada odisea la agonizante y extenuada realidad me encuentre agotadamente absurdo en la dársena vacía. Abandonado al fin por el bus, por tus labios, por mis cuentos, por nuestros besos. Aquellos que en su ansia se apoderan de nuestras ganas que no se permiten traspasar el muro de respeto que el real recuerdo del uno nos/te/me impone.
– Confía, confía, confía…
Pero el autobús no había esperado. Cuatro minutos después de su marcha no me quedaba ni el recuerdo de su silueta. La tuya sin embargo, vivida cuatro años antes de empezar la espera, el sueño, mi cuento, no podrá borrárseme del alma.
En la terca noche todo parecía artificial: mis pasos, los semáforos, las luces de los coches, las personas, el taxi… derrotado sobre el asiento cabeceé hacia atrás sin más fuerza que para fijar destino.
– ¿Pareces agotado?
La total inmovilidad fue el asentimiento más rotundo. Su mano, acompañada por la más plácida sonrisa, se perdió de mi vista unos segundos volviendo aparecer nuevamente con un dulce regalo.
– ¿Quieres un caramelo de bien?
Entre la derrota y el asombro sólo atiné a devolver algo así como una sonrisa y a coger la golosina mentolada. Mientras lo desenvolvía con calma para llevármelo a la boca continuaba.
– Creo que todo lo que pasa tiene un “para qué”. Aunque queramos empeñarnos en que sea de otra manera. Por ejemplo, cuando voy detrás de otro taxi y justo engancha una carrera que pierdo por ir detrás de él siempre pienso: Si él no hubiera estado delante, esa carrera sería mía y me habría llevado hacia un lugar y un destino que nunca conoceré. Nunca sabré si será mejor o peor que lo que viviré en esa noche, simplemente será distinto. Así que considero que todo tiene un “para qué” y a partir de ahí todo lo vivo como asombroso intentando sacar un aprendizaje de esa noche.
Hablaba como si me conociera de siempre, y yo lo escuchaba sin más. No se si por mi cansancio físico o por el mental percibí que los ojos de aquel hombre envejecido y bonachón guardaban un intenso brillo.
– Tengo cincuenta y siete años. Hace unos meses me despidieron del trabajo donde ocupé toda mi vida. Dicen que por la crisis, pero esa crisis sólo trae desgracia a los que pierden el empleo y puro beneficio a los que la hablan y la provocan. La crueldad del PARO sólo se puede entender cuando llega a la casa de uno. – me decía – Por suerte, hace poco entré al mundo del taxi.
Tranquilo y resuelto a pesar de su edad, un tupido bigote coronaba una sonrisa franca y sincera que no le quitaba del todo un aura de nostalgia irremediable.
– Trabajo doce horas todas las noches y me da para vivir con austeridad. No pido más, el mundo está cada vez más jodido y no por la avaricia de los que se están haciendo ricos a nuestra costa sino por las pocas ganas de ser mejores de los jodidos. Por la falta de confianza en los demás.
No dio tiempo a más, el destino llegó pronto a nuestro encuentro con el sabor del caramelo aterrizando al paladar y de nuevo sólo en medio de la nada con las inmensas maletas sobre los hombros y una humilde certeza.
La alocada odisea, mi determinación, los interminables pasillos, la corta carrera, la noche, la plaza vacía, el frío, el sólido apretón de manos y su brillo en los ojos me descubrieron el “para qué” perdí el bus:
Confiar en los demás no significa nada si no confiamos antes en nosotros mismos. A pesar de los problemas o quizás justo por ellos.
Por otro lado sigo sin entender el “para qué” de este adiós definitivo. Ahora que ya confío y tú confías.
Suena divertido levantarse temprano y llegar a la universidad, a levantarla. Pero, ¿cómo es eso?.
No estoy completamente seguro, pero alabo que los compañeros de la universidad, reflejan el interés por adentrarse a la vida política de la institución. Con el simple hecho de reunirse y discutir los asuntos que suceden y trastocan o retocan la educación “intercultural”, es señal de levantarse temprano, sabiendo desde luego, que pronto egresará una segunda generación y se estarán cumpliendo seis años de la existencia de la madre que pare cuatro carreras.
En días pasados se llevó a cabo una asamblea estudiantil (misma que nunca a sido convocada por el comité y que tampoco sabemos que hace), se pidió la presencia del rector. Allí estuvo él y su secretario, allí estuvieron los estudiantes. Como siempre, muchos haciendo el montón, pero supongo que aprendiendo (ya les tocará correr por su muerte o en su defecto por su vida).
En la asamblea principalmente se oyeron quejas de los estudiantes, podría hacer una lista inmensa. Las peticiones más repetidas: mejor impartición de las lenguas originarias; equipamiento de los laboratorios; inconformidades hacia los maestros; mala atención de los administrativos, entre otros de igual importancia. Muchas de las reclamaciones, a mi parecer, justas y necesarias, una por ejemplo: el coro que formaron los estudiantes de desarrollo en contra del director de procesos naturales “fuera, fuera, fuera”; la necesidad de poner más atención en la impartición de las lenguas (una hora a la semana no es suficiente y, dos horas para algunos grados y carreras, inequitativo) la poca planeación de los viajes de estudio, el poco apoyo a la autogestión de los estudiantes, etc., sin embargo, no puede quedarse en simplemente quejas, y lo sabemos. Cuando no entendemos la situación por la que atravesamos en la universidad, la necesidad de hacer algo por nosotros mismos, caemos en la simple indiferencia o en la grilla destructiva, ya lo decía el rector en ese día: “seria penoso tener un estudiantado indiferente, a quien no le importara su universidad”.
Preocuparse por la universidad es importante, creo en que es el tiempo justo, no es tarde, ni tan temprano, solo el momento preciso. No pueden pasar más años sin una verdadera “educación intercultural” para las cuatro carreras.
Me callo, cierro la boca. Tuve cuatro años para comprometerme a la realidad que me puebla, a las posibles discusiones que afronté, pero, pasaron ¡cuatro años! ¿Cuánto tiempo debe esperar el universitario para ocuparse de su vida y educación? No encuentro una mejor oportunidad mejor que las reuniones y la construcción colectiva (no común) para las situaciones comunes; es la organización resignificativa, tanto de los principios humanos como de las vivencias personales en sociedad.
Pero bueno, en este caso, al momento le cuento su situación, ya me responderá si madrugue hoy o si he llegado tarde o, tal vez, al momento le gusta el momento.
Distintas paradas a lo largo del recorrido permiten que la procesión se convierta en baile. En ese momento le es otorgado a cada banda un espacio propio para explayarse y a su modo obligar a los asistentes a mover el cuerpo.Es así como la calenda se convierte en el punto de entrada al encuentro e intercambio que significa la Mëj Xëëw (gran fiesta) de Alotepec, en el que jóven@s y ancian@s, gente de la región, de otras partes del país y del mundo se vuelven tu´uk joot (sólo un corazón).
Escucha:
Paisaje sonoro de la Calenda
Baile en la calenda
César nació de la unión de los señores Azucena González García y Rolando Estudillo, la época de los 80 lo vio retoñar como un hijo querido, amado sobre todo por su madre. César cursó la Primaria en el año de 1992, la pubertad, la comenzó en el año 2001 cuando se volvió un niño de secundaria, la preparatoria, asustado de migrar a otro lugar, la vio llegar en el año 2004.
“Todavía sigo estudiando la licenciatura, he estudiado Literatura hasta 4° semestre y tome cursos de música” argumentó.
Complacencia por la música
El gusto por la música, nació de la influencia de su madre: “tenía la edad de 4 años cuando empecé a bailar” comentó.
Con el paso del tiempo, y de los años, éste simpático joven fue construyendo un repertorio de artistas de su agrado, siempre admirando las delicias del Rock, el género predilecto y conservando ese matiz de originalidad que caracteriza a cualquier individuo que sabe de música.
“En cuestión de Rock/pop me gusta The Who, es mi grupo favorito, en cuanto a Rock pesado Led Zeppelin, Judas Priest, etc.”.
Con letras más cultas que coloquiales, sabedores de un lenguaje literario extenso, las letras de Catupecu Machu, Caballeros de la Quema, Cuentos Borgeanos y otros grupos de Rock de origen latinoamericano, motivaron a nuestro personaje a componer, a deleitarse con las letras abstractas que cubren una hermosa poesía.
“Me influyen a hacer cosas en cuanto a cuestión literaria y en la creación de música cuando compongo canciones, mi estilo es propio, como me vista o como me vea es como soy”.
Como todo músico necesita de una acompañante para navegar en un mundo de ideas y pensamientos abstractos cubiertos de sonidos para hacer música, Chester se encaminó por tocar el bajo a la edad de 11 años, cuando cursaba sexto de primaria; poco a poco se fue inclinando por tomarle cariño a la guitarra, cuya composición es más difícil que un bajo.
La música más que un medio de expresión es una forma de ser, una forma de sentir al mundo de manera vaga e imaginativa, mezclada a través de los sonidos de una guitarra, un bajo, un piano o una batería o cualquiera de los tantos instrumentos musicales que existen hoy en día.
“Nada me orilló a tocar un instrumento, sentí que a través de este medio estaba siendo quien quería ser realmente. Es en esas cosas en las que tu sabes que puedes dejar huella”.
Conforme vamos creciendo, vamos desarrollando un grado de percepción más alto, por lo tanto, los sentidos se van desarrollando paulatinamente, algunos se desarrollan mas en ciertos individuos que en otros, para el gusto por la música, las personas tienen un oído impresionante al saber detectar acordes, notas, melodías, ritmos, etc., lo que va produciendo un deleite más completo en cuanto al significado de los sonidos musicales.
“Lo que más me gusta de la música es saber que estas expresando algo en diferentes formas y con sonidos que al final son sonidos naturales. El sonido me encanta”, dijo César Estudillo.
Sintoniza Radio Mëj Xëëw 102.7 fm en:
http://giss.tv:8000/komanilel.mp3
Es mejor utilizar algún reproductor como Winamp o VLC para abrir el enlace. O bien, intentar abrir el mini reproductor.
Camina y ven a disfrutar de la Gran Fiesta. Alotepec los espera.
Convivamos y celebremos juntos.
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