El 16 de febrero de 2014 se realizó en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas una acción en repudio al encarcelamiento de Yakiri Rubio. Una joven de 20 años de edad originaria del Barrio de Tepito en el Distrito Federal que, tras ser violada su agresor intentó asesinarla. Ella se defendió y en su defensa hiere a Miguel Ángel Ramírez Anaya, su violador y posteriormente este muere por desangrado.
Ante esto Yakiri es acusada de asesinato doloso con una sentencia de 60 años. Organizaciones de la sociedad civil exigen sea liberada pues ella únicamente se defendió, salvó su vida.
CARTA DE YAKIRI
Hola mi nombres es Yakiri Rubio Aupart y desde el penal de Tepepan hago este escrito dedicado a todas aquellas personas que me han dado su apoyo incondicional, a través de cartas, oraciones, palabras solidarias en las redes sociales y acciones para exigir mi libertad, libertad que yo misma exijo con coraje pues me la merezco, porque ahora resulta que defender tu vida ya es un crimen, me gustaría mencionar a las personas que me escriben para seguir luchando no podría nunca parar de agradecer a todas las personas que me están apoyando, lo bien que me hacen sentir. Les agradezco su apoyo tengo fe en ustedes pues son como mi familia que no se vence, pero también tengo coraje, porque mientras yo estoy aquí encerrada por luchar y defender mi vida de un agresor, allá afuera hay un cabrón violador paseándose como si nada hubiera hecho, yo le pido al Tribunal Superior de Justicia que me brinde mi libertad porque yo amo la vida y por eso luche y por eso estoy vida y la quiero vivir y gozar con la gente que quiero.
CARTA DEL PADRE DE YAKIRI
Buen día pueblo hermano y solidario de Chiapas; buen día compañeras y compañeros de la utopía: Quizá se pregunten en este preciso momento, a que utopía me refiero. Yo les comparto ese sueño, de una patria equitativa, donde mujeres y hombres, de todos los colores y todas las razones, podamos convivir con respeto, con tolerancia y con fraternidad sororaria. Antes de la noche del 9 de Diciembre del año pasado, yo ni siquiera sabía el significado de esa palabra. Suponía erróneamente, que mis compañeras activistas y feministas se estaban equivocando; Sororidad. Ahora la entiendo y lo entiendo claro. He redescubierto desde mi trono de ignorancia y patriarcado, la fortaleza y el amor solidario entre las mujeres. He revalorado mi pensamiento y mis actitudes, pues soy un hombre claro de consciencia y reconozco el magnífico apoyo brindado por mujeres de todos lugares no solo de nuestro país, sino del mundo. Porque esas mujeres pretenden ese mundo posible de igualdad y libertades; ese mundo que comenzamos a construir desde nuestros hogares, pues el machismo y la misoginia, se incrusta desde nuestros primeros pasos: esta aferrado como lapa en nuestras instituciones y en el mismo seno familiar. El secuestro, el sometimiento, la violación y el intento de feminicidio que sufrió Yaki, es parte de esta ignominia, peor aún, la criminal actuación del ministerio público y su cártel de cómplices, entre peritos, policías ministeriales, de seguridad pública y médicos legistas, son una aberración del sistema de justicia, en una ciudad que se presumía de vanguardia y defensora de los derechos de las mujeres. Yaki no solo logro vencer a uno de sus agresores, que le ganaba en tamaño, en fuerza y que además, después de violarla, decide asesinarla. Yaki ha vencido a ese monstruo y ha vencido su propio dolor, levantándose de su heridas físicas y psicológicas. Yaki ahora enfrenta a un poder mayor, investido como institución y como verdugo justiciero. La justicia en manos de la manada, del imperio patriarcal que no se permite entender que una mujer tiene todo el derecho de luchar por su vida y hacer uso de la legítima defensa. Hace un año, en el municipio de Ecatepec, un médico colombiano que conocía de las artes de la defensa personal, adquiridas en el ejército, mató a 2 delincuentes que lo extorsionaban en su consultorio. Uno de los delincuentes fue acribillado por la espalda. Sus vecinos salieron a la calle a manifestase y en unas horas, el médico estaba libre, por legítima defensa. Salió a la calle como un héroe, nadie dudó ni cuestionó su historia y tod@s justificaron su actuar y la defensa de su integridad. Fue muy sencillo: se trataba de un hombre y los hombres gozamos de privilegios establecidos por los hombres. Yaki se defendió de un violador y aunque fue a realizar su acusación, no le importó al ministerio público, pues había dado muerte a un miembro no solo de la jauría, sino además conocido y vecino de ellos. Enseguida fue difamada, calumniada y en complicidad de peritos y policías, bajo la dirección del agente del ministerio público al mando en ese momento, tomaron la decisión de inculparla por homicidio calificado. A sabiendas de que se trataba de una joven de barrio, de el barrio más estigmatizado de la ciudad de México, Tepito, supusieron que no habría defensa ni interés por reivindicarla, por luchar contra ellos y la impunidad que los sostiene. No nos enfrentamos, como se lo he comentado a las compañeras activistas, con solo un grupo de delincuentes; nos enfrentamos a otros que son peores y se encubren con charolas y representan a la Procuraduria General de Justicia del DF. Nos enfrentamos a un juez que tiene 4 averiguaciones previas abiertas y una de ellas es por acoso sexual de una de sus empleadas, en el 2011. Pero no conocemos la palabra derrota y Yaki es nuestro ejemplo. Como padres de ella, como mexicanos dignos, que sabemos mirar a los ojos y caminar con la frente en alto, lucharemos por alcanzar su libertad. Desde el barrio de Tepito que también es solidario, fraterno, combativo y que también tiene mucha gente que lo dignifica a diario, les mandamos nuestro corazón que se agiganta cada día con nuevas voces que se suman a esta lucha no solo por Yaki, sino por los derechos de las mujeres de México y el mundo. ¡Yaki libre ya! José Luis Rubio.