+9999-9999999 example@gmail.com

Un ventarrón de protesta se levanta en #Jalcomulco: casos veracruzanos presentados en el XII encuentro nacional del #MAPDER

En 2010 la Comisión Federal de Electricidad (CFE) dio a conocer los 510 proyectos hidroeléctricos programados a nivel nacional para el periodo 2011-2015, de los cuales 112 corresponden al estado de Veracruz: presas, plantas hidroeléctricas, acueductos, trasvases, todo orientado a la privatización del recurso más vital, el agua. Los pueblos y organizaciones de la sociedad civil que participan en el XII encuentro nacional del Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), coinciden en que estos proyectos, lejos de contribuir al desarrollo social de las comunidades rurales y urbanas, son sinónimo de muerte y destrucción.

Los testimonios de resistencia y arraigo que nacen de los pueblos veracruzanos, en particular de Jalcomulco, donde se desenvuelve el encuentro, son tan dolorosos como esperanzadores para los diversos movimientos que acuden de todo el país al evento, pues aquí, a pesar de la represión y del poderío empresarial, muchos ríos siguen corriendo libres.

Cuencas y proyectos_Veracruz central_geocomunes

«Sacaremos a Odebrecht de la barranca»

Melesio García Morales, campesino de Limones, municipio de Cosautlán, inauguró la jornada de intercambio con sus corridos populares dedicados, entre otras, a la empresa brasileña Odebrecht, que desde 2010 amenaza con destruir la cuenca La Antigua. Este vasto sistema hídrico comprende los ríos Pixquíac, Pintores, Paso Limón, Texolo, Río Chico y Tlaltetela; atraviesa 12 municipios y soporta cerca de 1 millón de habitantes. Sus aguas caudalosas descienden por las faldas del Cofre de Perote entre barrancas y cascadas, para confluir a la altura de Jalcomulco y después seguir su camino pausado hasta el Golfo de México, ya como un sólo río: Los Pescados.

Por su ubicación geográfica pero sobre todo, por el valor de su gente, Jalcomulco es el centro neurálgico de la resistencia contra las represas proyectada por grandes potentados económicos nacionales y extranjeros sobre esta cuenca. A escasos 3 kilómetros río arriba, es donde la transnacional Oderbrecht planeaba levantar la faraónica presa de derivación Propósitos múltiples Xalapa.

Los habitantes de este poblado, famoso por su oferta ecoturística, fueron los primeros en desenmascarar este proyecto de muerte cuando en 2010 se acercaron personas desconocidas para hacer una Manifestación de Impacto Ambiental —aseguró Gabriela Maciel, vocera de Pueblos Unidos de la Cuenca La Antigua en Defensa de los Ríos (PUCARL), la organización regional anfitriona del encuentro. Fue entonces cuando las y los jalcomulquenses comenzaron a entender el tamaño de la amenaza: no sólo se trataba de construir una cortina de concreto de 100 metros de alto por 700 de ancho a orillas del ejido de Tuzamapan –supuestamente para bombear y vender agua a Xalapa (1000 metros arriba) y generar energía eléctrica para la población–, sino de producir un conjunto de obras río arriba, incluyendo la presa Matlacobatl y el complejo de «mini-presas» Isletas 2, que serviría para impulsar el «desarrollo» de la economía maquiladora y la industria extractiva en la región.

«Nos dimos a la tarea de hacer una labor de información a lo largo de toda la cuenca, que incluyó 42 comunidades albergadas en 12 municipios», explicó Gabriela. El proyecto inundaría 400 hectáreas de tierra afectando las actividades pesqueras, la ganadería, la agricultura (café, caña, mango, limón, naranja, papaya) y el ecoturismo. Lo que es peor, la sismisidad de la zona auguraba un futuro funesto a Jalcomulco y a todas las comunidades ubicadas río abajo.

La lucha se intensificó en octubre de 2013 cuando los pobladores vieron entrar la maquinaria de Odebrecht. Para impedir que la transnacional colocara la primera piedra del gigante de concreto, los defensores del río instalaron un campamento en el predio Tamarindo, bloqueando la pequeña desviación carretera que conduce al sitio previsto para la obra. Así nacieron los «Centinelas del Río», habitantes de toda la cuenca que se turnan para vigilar la zona día y noche, los 365 días del año, desde enero de 2014. Esta lucha pacífica, documentada por el colectivo Espora en La Antigua: Sangre que nutre (https://vimeo.com/131688388), «ha logrado penetrar el corazón de cada uno de los habitantes que están en la cuenca alta y baja» celebró José Luís Hernández, del tal forma que Odebrecht no ha podido empezar a construir su presa.

Además, los defensores del río están llevando una lucha jurídica sin concesiones. Reunidos en la Colectividad de la Cuenca Hidrológica del Río Los Pescados, presentaron una demanda colectiva contra la empresa, la Secretaría Nacional de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Secretaría de Energía y el gobierno de Veracruz, ante el Juzgado Décimo Quinto de Distrito en Materia Mixta, con sede en Xalapa, por «acción de obra peligrosa» que causa daños al medio ambiente. Las mil 800 personas que firmaron esta demanda siguen esperando la decisión del tribunal.

La presa El Naranjal

La codicia sobre los recursos naturales de Veracruz es enorme. El proyecto que quiere imponer la empresa Hidroeléctrica Naranjal SAPI de CV en el Río Blanco, afecta a las comunidades campesinas de ocho municipios: Fortín de las Flores, Ixtaczoquitlán, Naranjal, Cuichapa, Yanga, Coetzala, Amatlán de los Reyes y Omealca. La empresa «ingresó a nuestras comunidades con engaños y violencia contra ejidatarios y comuneros que poseen las tierras», denunciaron durante el encuentro Lilia Jiménez Romero y Marta Galiote, habitantes de Amatlán de los Reyes y miembros del colectivo Defensa Verde Naturaleza para Siempre, al cual pertenecía Noé Vásquez Ortiz, asesinado por sicarios durante el X encuentro nacional del MAPDER.

La lucha de Noé y de Defensa Verde también inició en 2010. Las visitas de agentes extraños que pedían permiso para realizar estudios de suelo en sus terrenos los alertó. Estos agentes encubiertos hacían creer a las comunidades que su objetivo era inventar nuevos fertilizantes para mejorar los cultivos y quienes se atrevían a impedirles el paso, empezaron a ser sujetos de intimidaciones, incluso armadas. Por un tiempo la constructora propiedad de Guillermo X González Guajardo, quien encabeza una red de empresas dedicadas al sector energético, consiguió realizar algunos estudios, pero muy pronto se tuvo que enfrentar al rechazo sistemático de los habitantes.

Prevista para 2013, la presa se encuentra parada gracias al trabajo de Defensa Verde, que junto a La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (Lavida), se dio a la tarea de investigar e informar a las comunidades sobre los impactos del megaproyecto «para que la gente conozca sus derechos» y decidan libremente si van a vender o no sus tierras —dijeron las compañeras.

Según lo asentado en la Pre-audiencia sobre «Presas, Derechos de los Pueblos e Impunidad» del Tribunal Permanente de Los Pueblos (TPP), El Naranjal afectaría mucho más que la vida de los ríos, también mermaría la agricultura, la ganadería y el ecosistema en su conjunto.

De realizarse, El Naranjal sería la hidroeléctrica más grande de Veracruz y la novena del país. Las aguas embalsadas de los ríos Blanco y Metlac serían desviadas a través de un canal de 23 kilómetros antes de llegar a la casa de máquinas, consistente en 2 turbinas con potencia de 180 megavatios cada una. Sin embargo, ante la creciente oposición de la gente, la empresa tuvo que modificar el proyecto inicial y ahora propone enterrar el canal a unos 100 metros de profundidad. Pero a la gente no le bastó el argumento. «El problema es que el agua del río Blanco es muy sucia porque las industrias descargan sus desechos químicos allí y tememos que contaminen nuestros mantos acuíferos en caso de fisura», explicó Lilia Jiménez Romero en entrevista.

«Tenemos que luchar por nuestras tierras, por nuestra gente, por nuestras familias, por nuestros ríos», insistieron las compañeras de Amatlán ante el pleno. «El objetivo es que la empresa no lleve a cabo el proyecto en nuestras tierras porque no lo estamos pidiendo, son ellos que lo quieren imponer y deben respetar nuestra decisión».

Entre las acciones de defensa jurídica, se interpuso un amparo contra las dependencias que dieron los permisos a la empresa sin informar a las comunidades, pero éste fue rechazado por el juzgado de Córdoba. Ahora está en proceso de revisión ante el magistrado en Boca del Río. Mientras tanto, los promotores del proyecto siguen con su campaña de mentiras esperando así consumar el despojo.

La defensa del río Atoyac contra los trasvases

En el 1998, el ex-gobernador de Veracruz Fidel Herrera manifestó su intención de construir un acueducto para llevarse el agua del río Atoyac, que nace en las alturas del municipio de Amatlán, hacia la ciudad de Córdoba. «Nos movilizamos contra este proyecto porque el río sustenta el sistema de riego de 120 mil hectáreas de cultivos básicos de los municipios de Atoyac, Carrillo Puerto, Yanga, Cuitláhuac y Amatlán», explicó en entrevista José Enedino González Nava, presidente de Pueblos Unidos Pro Derechos Constitucionales A.C. «Iban a sacar muchísima agua: 14 pulgadas por segundo», puntualizó.

Como salido de ultratumba, el proyecto revivió en 2012 y fue necesario instalar un campamento en la localidad de Ojo de Agua Grande para impedir la entrada de la maquinaria. Al igual que en Jalcomulco, el campamento se ha mantenido para enfrentar cualquier reactivación de la construcción y recibe regularmente visitas solidarias de organizaciones veracruzanas, nacionales e internacionales.

Todavía en 2014, el ayuntamiento de Amatlán propuso derivar las aguas del Atoyac hacia la zona industrial vecina donde se ubican empresas como Bimbo, Coca Cola y San Roque. Las consecuencias de la reiterada movilización y rechazo público por parte de los defensores del río fueron claras: «las autoridades nos dejaron sin obras y casi sin programas sociales», aseveró José Enedino.

La cuenca del Bobos-Nautla y las mini-hidroeléctricas

Existen 22 proyectos de hidroeléctricas en esta cuenca ubicada al norte del estado, entre los cuales están las tres «mini-hidroeléctricas» (PH1, PH3 y Ocampo-Cuetzalin) que promueve la española Impulsa Generación Renovable (IGR) sobre el río Jalacingo. «Nuestra lucha ha sido difícil», sopesó Aurora Juárez Barriento, de la comunidad de Epapa, quien forma parte de la Alianza de Comunidades y Usuarios en Defensa del Río Bobos-Nautla.

Desde el 2009, la Alianza ha contenido la construcción de los «mini» proyectos y evitado sus «mega» afectaciones. En abril de este año, los habitantes de Jalacingo ganaron un amparo ante el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Séptimo Circuito, con sede en Boca del Río, que ordenó la suspensión provisional de las tres obras, evitando «que se afecte el entorno ecológico de las comunidades indígenas, en específico el derecho humano al agua, impidiéndose un daño irreversible en los manantiales situados en dichos sectores desprotegidos de la vida nacional», como indica el fallo de tribunal.

Ganaron una batalla pero siguen en resistencia contra la campaña de desinformación de IGR. «Hace unos 15 días estuvieron los de la empresa con integrantes de Pronatura (una organización ambientalista). Llevaron oficios a las autoridades comunitarias porque dicen que quieren dar pláticas a los niños y a los jóvenes y hablar de la importancia de la reforestación que están haciendo», contó Aurora. «En ese oficio dice que para aminorar los impactos que van a causar las hidroeléctricas van a reforestar y enseñar a los niños a cuidar a la naturaleza. Que contradicción!» —se ofendió.

Además de enfrentar la hipocresía, los opositores a las presas son señalados por la autoridad municipal que los acusa de estar «en contra del progreso» de su comunidad. «Vamos a seguir en resistencia», aseguró la luchadora.

Teocelo protege al Río Matlacóbatl

Los habitantes del municipio de Teocelo, organizados en la Asamblea Matlacóbatl Teocelo (AMA Teocelo), combaten desde el 2012 la construcción de dos proyectos complementarios de «mini-hidroeléctricas» que fueron autorizados sin la más mínima consulta de las comunidades afectadas. El primero, Sistema de Generación Hidroeléctrica Matlacobatl, es un proyecto de Constanza Energética, SA de CV. sobre el río Matlacobatl (Serpiento Azul), al sur de Xalapa, en la cuenca de La Antigua. El segundo, bautizado «Isletas», está a cargo de Perseveranza Energética, SA de CV. e involucra a los municipios de Coatepec y Xico. Las tres «mini-hidroeléctricas» de Isletas afectarían irremediablemente a los ríos Texolo, Limón y Pintores. Ya que por más «minis» que sean, «el impacto ambiental es el mismo», sentenció Cristel Martínez, habitante de Teocelo e integrante de AMA Teocelo.

En este caso, los empresarios amenazan con destruir la barranca Matlacóbatl, «un lugar de diversidad increíble» reconocido por la Convención Ramsar relativa a los humedales de importancia internacional. A su vez las cascadas del Infiernillo y Tocuapan, reconocidas por la gente del lugar, prácticamente desaparecerán.

Los desplazados de Barranca Grande

En 2008, la comunidad de Barranca Grande, ubicada en las cañadas del municipio de Ixhuacán de los Reyes, sufrió un deslave que destruyó una decena de viviendas y cobró la vida de dos personas. Con este pretexto, la comunidad fue decretada zona de desastre y se dio inicio a la reubicación de 355 familias en la flamante ciudad rural de Barranca Nueva, construida a unos 10 kilómetros de ahí.

Las medidas de presión para forzar a la gente a mudarse a las «nuevas casas lujosas de cartón» —como las califican los habitantes más renuentes al desplazamiento— han ido en aumento: primero se les negó la educación a los hijos de las familias que decidieron quedarse en Barranca Grande de tal forma que la escuela del pueblo se ha quedado sin maestros; ahora el Instituto Federal Electoral se niega a empadronar a estas familias, como una medida para evitar el regreso de muchas otras que empiezan a entender el tamaño del engaño y que lamentan su nueva situación. En efecto, al mudarse a Barranca Nueva, tuvieron que dejar sus tierras y sus huertos, que eran precarias pero verdaderas fuentes de sustento cotidiano.

Hoy, la comunidad se encuentra fatalmente dividida. No son raros los casos de jefas de familia que se mudaron a la ciudad rural para garantizar la educación de sus hijos, dejando a sus maridos a cargo de las antiguas viviendas, más amplias y mejor acopladas a los gustos y necesidades de la gente. Mientras algunos desplazados retornan hacia el paraíso ecológico que dejaron al fondo de la barranca, otros siguen a la espera y comienzan a poner en duda las verdaderas intenciones del gobierno. ¿Desde cuándo las autoridades veracruzanas se han preocupado por la seguridad de los asentamientos humanos? ¿No fueron las propias autoridades de protección civil las que reubicaron en Barranca Grande a las víctimas del huracán de 2008?

El crecimiento de lucha contra las preseas, así como la articulación desde 2010 de Pueblos Unidos de la Cuenca La Antigua en Defensa de los Ríos (PUCARL), no han hecho más que profundizar una sospecha que se lee en el paisaje: tal vez, al desplazar a los habitantes de Barranca Grande, el gobierno estaba preparándose para instalar sus presas e inundar la zona.

Audios del Bloque «Contexto general de la lucha por el agua en Veracruz» en MAPDER

[display_podcast]

Nota: este material está publicado bajo una licencia Creative Commons, atribución-no comercial-compartir igual. Copia, reproduce y distribuye; sin fines comerciales. Colaboramos en este esfuerzo: Agencia SubVersiones, Espora, Geocomunes, Hijos de la Tierra, Koman Ilel, Otros Mundos, Radio Teocelo y Telar de Raíces.

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll to Top