La sesión del miércoles en la tarde se adivinaba como una de las más esperadas. Quizás por las ponencias de Havin Güneser, activista del movimiento por la Libertad del Pueblo Kurdo. O quizás por la participación de las activistas y académicas Mariana Favela, Márgara Millán, Sylvia Marcos o Karla Quiñonez. O quizás, simplemente, porque los estudiantes del seminario tenían ganas de escuchar las palabras de aquellas que enfocan su lucha contra la hidra capitalista centrándose en la dignidad de la mujer.
Al contrario que en el resto de sesiones del seminario, por primera vez las mujeres superaban en cifras. Por primera vez, al contrario que en el resto de sesiones del seminario, las mujeres zapatistas de la comandancia que hoy presidían la mesa superaban en número a los hombres. En esta nota se hablará de las ponencias de Havin Güneser, de Mariana Favela y de las compañeras zapatistas. Tres experiencias, tres discursos, tres modos de hacer feminismo.
La lucha kurda es feminista
La tarde comenzó con Havin Güneser entregando una bandera kurda a los familiares de Galeano. Un gesto emotivo y muy aplaudido que se acompañó de la siguientes palabras: “Finalmente los famliares de galeano y del movimiento kurdo se han encontrado”. Güneser explicó a los presentes la historia de la lucha del pueblo kurdo por su autonomía y su reconocimiento. Una lucha que comenzó a mediados de los años cincuenta y que fue rechazada tanto por la URSS como por Europa. Una lucha por la defensa de un pueblo situado entre Irán, Irak, Siria y Turquía. Una lucha de un pueblo rebelde rodeado de una paisaje hecho para la resistencia. “La resistencia forma parte de nuestra vida y nuestra cultura”, admitió Güneser.
Si hay algo que sorprendió a todas las oyentes, fueron los principios de horizontalidad, feminismo y ecologismo que han marcado la resistencia kurda desde el principio. Una lucha que fue consolidada con la creación del (Partido de trabajadores kurdo) en 1978, en la que se incluyeron a las mujeres en sus primeras filas. Uno de sus líderes, Abdullah Öcalan, fue uno de los mayores promotores de la lucha por los derechos y la autonomía de las mujeres e incentivó la creación de espacios políticos, sociales y organizacionales de mujeres. “La esclavización de las mujeres es la base todas las esclavizaciones”, afirmaba el dirigente. En 1993 se creó la primera brigada del ejército kurdo solo de mujeres, que no estaban supeditadas a ningún mando masculino. La lucha por la autonomía del pueblo kurdo tiene como objetivo el crear una sociedad democrática, ecológica y libre de género.
Mariana Favela: “No tenemos las respuestas pero tenemos ganas de cambiar las preguntas”. Lo que al principio parecía un discurso literario, lleno de metáfora y de poesía, acabó convirtiéndose posiblemente en la ponencia más crítica y polémica de las escuchadas en el auditorio de la universidad de la tierra. Mariana Favela, activista del movimiento “Yo soy 132” y académica, lanzó posiblemente el discurso más joven y urbano, quizás el más cercano a la lógica que emerge de los movimientos sociales y políticos de las universidades capitalinas actualmente.
En su plática habló de formas de hacer política, su diagnóstico decía que “la desesperanza y el fatalismo son proporcionales a la desorganización social”, que se mira la historia como “un compedio de fracasos” y que era necesario saber mirar los logros de la luchas sociales. Sus palabras, según afirmó, venían muy desde adentro, desde su propia experiencia y la de sus compañerxs de lucha. “Esa lucha no era contra Peña, era contra el Peña Nieto que llevamos dentro”, sentenció.
No tuvo problema alguno en admitir la brecha generacional que la separaba a ella y a sus compañerxs de lucha de otras tradiciones políticas. “Un día me dijeron que “ustedes no saben lo que es perder la esperanza”, claro porque llegamos al mundo y ya estaba empeñada”, exclamó entreclamos de aprobación. Generando cierta polémica, la joven académica logró con su discurso transgreder la terminología y parte de la perspectiva de la lucha contra la hidra capitalista escuchadas hasta el momento. “Nos cagamos en la razón política que dice que la razón y el afecto son cosas separadas”. Si hay algo que la activista quiso resaltar es la importancia del cuidado en las relaciones interpersonales en la lucha, posiblemente, uno de los rasgos principales que se desprenden de los discursos feministas más recientes. Y prosiguió: “Empecemos por cambiar las formas homofóbicas y patriarcales dentro de nuestra organización y nuestra cadena”. Mariana Favela no quiso terminar sin antes hacer alusión hacia “los que se llenan la boca con citas de Freire” y utilizan una pedagogía que reproduce modelos jerárquicos.
El modo zapatista: Tres generaciones de mujeres zapatistas en lucha
“Nunca pudimos decir lo que sentíamos”, Comandanta Miriam
La sesión concluyó con las palabras más esperadas por todxs lxs presentes: las de las mujeres zapatistas. La comandanta Miriam, la más veterana de todas, inició explicando cuáles eran las opresiones y humillaciones que el pueblo indígena sufrió durante los caciquismos en Chiapas.
“Cuando lloraban nuestros hijos y los amamantábamos nos gritaban, insultaban, decían que no somos nada, solo estorbo para ellos”, relataba. Después de explicar cómo vivían hombres y mujeres como esclavos en casa de los patrones, y de contar cómo muchos y muchas decidieron escapar a la montaña y vivir en comunidades: “No es que el hombre se liberó, aplicó dentro de la casa como el patroncito”. Y así declaró cómo la opresión patriarcal y machista continuó aún en las comunidades.
“Es así como venimos sufriendo otra vez con los esposos”, sentenciaba, “y si nos pegaban o insultaban no nos podíamos quejar porque si pedíamos apoyo al mal gobierno le daban la razón a los hombres y nosotras quedábamos avergonzadas”. Pero lo que expresaba la Comandanta Miriam
no solo se limitaba al trato doméstico, sino a la falta de posibilidades de la mujer para poder desarrollar una vida social. “Que solo los hombres pueden ser autoridades, pueden salir en las calles y pueden participar”, continuaba. Y denunciaba que las mujeres no podían ir a la escuela “porque si vamos a la escuela dicen que vamos a buscar marido, y que mejor aprender a trabajar en la casa porque de por sí tendremos esposo”. Antes de finalizar sus palabras confesó las siguientes palabras: “Nunca pudimos decir lo que sentíamos”.
“Nos dimos cuenta de que para hacer una revolución tiene que ser entre hombres y mujeres”, Comandanta Rosalinda
La Comandanta Rosalinda continuó con su palabra: “En esos tiempos estábamos todas en oscuridad. Porque no sabíamos nada. Pero desde la clandestinidad, llegó un día que algunas compañeras fueron reclutadas, y esas reclutadas fueron reclutando a otras compañeras pueblo por pueblo”. La comandanta explicó cómo se inició la organización con las mujeres, primero siendo milicianas y después simplemente desde los distintos pueblos, hasta llegar a 1994 cuando salieron a la luz pública. “Ahí vimos que teníamos el valor y la fuerza igual que los hombres, porque pudimos enfrentar al enemigo y no le tuvieron miedo a nadie”.
La comandanta Rosalinda explicó cómo salían a visitar a los pueblos para organizar a más responsables locales. Su objetivo era “hacer entender a más compañeras y mostrar que es importante la participación de la mujer”. “Fuimos dejando el miedo y la vergüenza porque entendimos que las mujeres tienen derecho a participar en todas las áreas de trabajo”, explicaba. Y concluyó: “Luego nos dimos cuenta de que para hacer una revolución tiene que ser entre hombres y mujeres”.
“Aunque fueron cabrones los compas hombres”, Comandanta Dalía.
A continuación la Comandanta Dalía habló sobre cómo las mujeres zapatistas se organizaron paraasumir los mismos roles que los hombres. “Cuando los compas entendieron los derechos de las mujeres y el valor de las compañeras permitieron que sus mujeres e hijas fueran a la lucha”, dijo.
“Nos vamos organizando y tenemos mucha paciencia como mujeres que somos, por eso pasamos de responsables locales, a regionales, candidatas, suplentes y hasta llegar a ser comité clandestino revolucionario indígena”, relataba. “Aunque fueron cabrones los compas hombres”, admitió entre las risas de lxs asistentes. La comandanta explicó cómo la organización continúa y va formando a las nuevas generaciones. Antes de terminar señaló a Selena y Lizbeth, dos compañeras jovencitas que estaban presentes y también tomaron la palabra.
La nueva generación de zapatistas toma la palabra
La nueva generación de mujeres zapatistas también tomó la palabra. Lizbeth y Selena explicaron cómo las jóvenes zapatistas han nacido en un mundo sin opresión, en el que las mujeres pueden asumir los mismos roles sociales que los hombres. Lizbeth explicó cómo las mujeres trabajan en el área de salud, de educación y en los “tercios compas” (Medios de comunicación). Pero también asumen cargos como autoridades locales o en las juntas de Buen Gobierno. “Como jóvenas no sabemos cómo gobernar pero haciendo los trabajos aprendemos”, confesaba.
La joven Selena también dio su palabra. Ella explicó cuáles son los retos que tiene que enfrentar en su día a día los jóvenes. “Como zapatistas estamos enfrentando la guerra de baja intensidad que nos hace el mal gobierno y los grandes capitalistas”, comenzó. Y prosiguió: “Nos meten ideas de la modernidad como los celulares, ropa, zapatos, ideas malas a través de la televisión”. La zapatista habló de cómo los jóvenes no zapatistas muchas veces salen de sus comunidades para trabajar en otras ciudades o países y se olvidan de sus orígenes.
El Sub Galeano cierra la sesión
Para terminar, el Subcomandante Galeano tomó el micrófono. Con sus palabras habló con orgullo de cómo a lo largo de estos años las mujeres zapatistas habían sabido seguir adelante y confrontándose incluso con muchos de los compañeros zapatistas. “Tres generaciones de rebeldes zapatistas no solo contra el sistema, sino también como nosotros”, declaraba. El subcomandante leyó una carta o quizás relató, cómo una mujer zapatista se le había enfrentado con un discurso claro, directo e incluso un poco agresivo. Con él, el Subcomandante Galeano hizo un reconocimiento de la fuerza con que las mujeres zapatistas estaban ejerciendo la lucha feministas y confesó públicamente que en la próxima generación de niñas zapatistas es “al menos impredecible”.